Tradición y amistad en el restaurante Las Familias

Diario Popular publicó una nota sobre Las Familias en enero de 2017, rescatando la historia del restaurant. Aquí la reproducimos:

Bares y restaurantes emblemáticos no faltan en Parque Patricios. Sobre todo a lo largo de la avenida Caseros, tan transitada en estos tiempos de Polo Tecnológico a la vista. Y uno de lugares gastronómicos con muchísimos años (casi 80) y con plena vigencia es el petit restaurante Las Familias, ubicado en Caseros 2802, esquina Lavardén, justo frente a la Parroquia San Antonio de Padua.

Hasta allí llegamos un mediodía de lunes y nos encontramos con tres mesas ocupadas, cuando el local tiene espacio para cuarenta y siete comensales. “Estamos en época de vacaciones. A esta hora suele haber más gente”, nos comentó el encargado de la caja, quien enseguida llamó al mozo más experimentado del salón para que nos cuente su historia y la del boliche. “José Raúl Burgos, de Tucumán. Yo soy el que más tiempo hace que estoy aquí.”, dijo con firmeza al presentarse, y tras apoyar la bandeja en la barra- estiró su mano para darnos un apretón.

Toda una vida

Luego, José Burgos siguió contando su comienzo en el restaurante al recordar: “Yo llegué a Las Familias, que ni sé por qué se llama así, en el año 1975. Desde esa época que estoy acá. Hace ya 41 años. Y Las Familias debe tener casi 80 años en esta esquina”. Y sigue: “Yo arranqué como bachero, después pasé a ser sanguchero y finalmente terminé como mozo”. Contó también que “antes había más movimiento, aunque ahora está levantando un poquito, pero no hay tanto como cuando arranqué”.

En el restaurante de Caseros y Lavardén son siete trabajadores en distintos turnos: cuatro en el horario de la mañana, de 7 a 16, y tres en el vespertino, de 16 hasta la medianoche. Para la gente, está abierto de 5 de la mañana hasta 23.45 aproximadamente.

“Antes era sanguchería y en el 2001 se hizo la reforma para vender comidas. Tenemos todo tipo de minutas. Salen mucho los sandwichs de jamón crudo. Lo deshuesamos acá”, comentó el cordial mozo, quien luego de pedirnos disculpas porque debía ir a cobrar a una de las mesas, agregó: “Ahora está bastante tranquilo, igual. Cuando hay clases, viene mucha más gente a desayunar. Los papás con los chicos que vienen a la escuela de los padres. Y al mediodía, hay más gente de trabajo y también algunas maestras de la escuela que vienen a almorzar”.

Por estar bastante cerca del estadio Tomás A. Ducó y de la sede de Huracán, algunos futbolistas solían darse una vuelta para tomar algo o almorzar luego de las prácticas. “Ahora ya no veo que vengan futbolistas contó José-, pero en otros tiempos, en la década de setenta venían Miguel Angel Brindisi y el Inglés (Carlos) Babington. Eso era cuando todavía jugaban”. Además hay otros clientes no famosos, pero fieles. “Viene gente a la que atiendo desde hace años… Los pibes antes venían con sus mamaderas, después venían a escuchar el sorteo de la colimba y ahora ya son abogados o médicos, y los sigo atiendo. A veces se juntan y me hacen sentar con ellos en la mesa”, se emocionó el experimentado mozo.

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